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Sin embargo abundan ejemplos de publicidad que tratan de transmitir mensajes de forma casi imperceptible, es decir, jugando con los umbrales de consciencia. Esta publicidad se basa, casi siempre, en estímulos visuales casi imperceptibles, camuflados en el resto de la imagen, con claros objetivos sexuales. Las técnicas utilizadas pasan por palabras ocultas entre hielos, o en los paisajes ("sex" de forma más habitual) O imágenes que recuerdan órganos sexuales masculinos o femeninos. Sin embargo estos estímulos, podrían no ser considerados subliminales al poder ser descubiertos con mayor atención, sin embargo por el hecho de estar ocultas entre otros estímulos le hacen rozar el umbral de percepción, y están muy por debajo de los niveles necesarios de atención. Aún aceptando la existencia de estos estímulos sexuales casi subliminales, y su clara percepción por el subconsciente, habría que analizar si la conducta freudiana del individuo elige claramente la marca sin ninguna motivación aparente.
La realidad demuestra que son pocos los ejemplos de mensajes subliminales que se encuentran en la publicidad, en el cine o en la política, debido a que los propios profesionales de estos sectores desconfían y dudan de la utilidad de dichos estímulos, que pertenecen a creencias pasadas y no demostradas. Por lo que el número de ejemplos es muy reducido, y muchos de ellos se pueden deber a la mera casualidad, al capricho de sombras y luces, y nunca a una clara intencionalidad por parte del autor.
El auge de las teorías subliminales se produjeron en la década de los 50, impulsadas por el libro Persuasión Oculta de Vance Packard e impulsadas por los resultados de una investigación en un cine de New Jersey dónde se transmitieron durante seis semanas mensajes subliminales ("¿Tienes hambre? Come palomitas" y "Bebe Coca-Cola") Según los investigadores, el estudio dio como resultado un 58% de aumento en las ventas de palomitas y un 18% en las de Coca-Cola, y se justificaba la baja influencia de los mensajes de Coca-Cola por el mal tiempo y por la carencia de un mensaje que influenciara en la sed o en la temperatura ("Hace calor, bebe Coca-Cola" o "¿Tienes sed? Bebe Coca Cola") Sin embargo ningún estudio posterior pudo demostrar esta teoría, y en la actualidad parece haber sido demostrado la falsedad de los resultados, es decir, que los científicos manipularon los resultados para favorecer sus intereses.
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